domingo, 6 de mayo de 2012

MÁS QUE PEAJES

     Hasta hace cosa de un año yo formaba parte del numeroso grupo de ingenuos que pensaba que la liquidez era sólo una cualidad intrínseca del agua y no del dinero y que para rescatarnos no  hacía falta ningún Banco Central Europeo porque ya teníamos bomberos y Guardia Civil.
     Peor todavía, pobre de mí, estaba convencido de que los servicios esenciales para el funcionamiento de un país (sanidad, educación, justicia...) se sufragaban suficientemente, vía impuestos directos y progresivos, por todos los ciudadanos en proporción a su capacidad económica.
     Cuando la crisis aprieta y el presupuesto no llega, asumidas las responsabilidades propìas y ajenas, casi todos estamos de acuerdo en que sólo hay una forma de salir del bache, aumentando impuestos y /o reduciendo gastos.
     Hechos ya reajustes de todos los calibres en casi todas las partidas en las que el gobernante puede hincar el diente sin que el votante tenga deseos de partírselo, y asociados a los económicos otros recortes de carácter laboral y social, poco queda que rascar por allí. Comienza ahora otro debate distinto, el del aumento de ingresos y es la manera en que se pretende ingresar más la que clama al cielo.
     Lo que debiera haber sido un doloroso pero necesario incremento en los tipos impositivos de la Declaración de la Renta de este año (la que ahora mismo estamos confirmando o modificando como hacen a todas horas con sus noticias fidedignas los contertulios del Salvamé) se ha convertido en la invención de nuevos impuestos directos en los que todos pagamos lo mismo con independencia de nuestro particular poder adquisitivo. Vamos a pasar de la tributación equitativa al peaje indiscriminado:
     Hasta ahora, el peaje era el coste adicional que se pagaba voluntariamente a una entidad privada por el disfrute de una prestación más ventajosa que la que el Estado aseguraba a la población, en general. Uno, si quería, pagaba un  poco más y tenía derecho a:
     - una atención más rápida e individualizada en las sanidad privada que en cualquier hospital público.
     - un medicamento de marca, más efectivo y de mejor sabor que el genérico financiado por la Seguridad Social.
     - un tunel, un puente, un tramo de asfalto más amplio, rápido y seguro en la autopista de peaje que en la carretera nacional más cercana.
     Según las últimas propuestas, rumores intencionados, sondeos partidistas y demás (otra vez, todo un despliegue de estilo, como los contertulios de Telecinco), a partir de ahora uno, quiera o no, pagará un poco más y tendrá derecho a:
     - una atención sanitaria más lenta y masificada en el mismo hospital que ya había pagado con sus impuestos.
     - un medicamento genérico con las mismas cualidades que el genérico que había pagado antes con sus impuestos.
     - un tramo de asfalto por la misma autovía que, previamente, había pagado con sus impuestos.
     Y el que no quiera pagar, que no se ponga enfermo ni conduzca.
     Si bien resulta evidente que no se elige el momento ni la intensidad de la dolencia que se acaba padeciendo, no parece lo mismo al plantearse el problema en términos automovilísticos. Para evitar pagar peaje en las autovías se escoge el transporte público, otro tipo de carretera o, sencillamente, no se viaja.
     Pero cuando uno, cosa harto frecuente, tiene el puesto de trabajo en un polígono industrial carente de transporte público al cual, como se advertía en los requisitos necesarios para ser admitido en la oferta de empleo,solo se puede acceder con vehículo privado, el efecto resulta ser el mismo, se está pagando un peaje para poder trabajar. Al final, los asalariados  que no llegaremos a fin de mes estaremos divididos en dos estratos equivalentes:
     - los parados sin sueldo, vagos que no trabajan ni encuentran trabajo por no querer moverse.
     - los trabajadores con sueldos precarios, que al pagar peaje por moverse al final será como si no trabajaran.
     Y, por el camino, tanto los que tengamos trabajo como los que no, pagaremos el peaje de perder los pocos derechos sociales y laborales que no se habían llevado por delante ya los recortes.
     Dan ganas de salir corriendo.
     O en su defecto empezar uno a cobrar su propio peaje, aquí te dejamos un felpudo que te ayudará a cualquier de las dos cosas. Este felpudo es un encargo de un aficionado a los rallyes:
Felpudo personalizado para Luis, aficionado a los rallyes y administrador
del grupo -fútbol + rallyes de Facebook. Fue un encargo de su mujer, Carmen.

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