Si digo que fue de
cine, seguramente nadie me creerá. Y más si añado que después de esta vez, nunca
más he repetido. Pero es que la primera vez que tome la comunión fue
efectivamente de cine. Los pájaros no cantaban y las nubes estaban bien bajitas,
por eso de joderme el peinado y por torcer aún más las cosas. Y lejos de
celebrarlo en la iglesia del barrio como dios manda, esta vez dios me mando al
cine. ¿Por qué? Aquí barajo varias
posibilidades:
-
Dios es muy listo y ya
sabía que una iba para hereje así que prefirió alejarme de la iglesia,
-
Dios me estaba mandando
un mensaje original: “nena, que sé lo tuyo, no te marques este papelón” (porque
dios es así, un cachondo)
-
O simplemente dios
quiso evitar que los techos de la iglesia me cayeran en toda la frente y por eso
cerró por reforma.
Pues eso, señores, que
yo hice mi primera comunión en el cine porque la iglesia estaba en obras. Con
estos antecedentes, era de esperar que me montase una tremenda película . Por
supuesto el modelito para el estreno de mi peliculón debía ser acorde con la
alfombra roja que separaba las dos hileras de butacas. Mi madre estaba
obsesionada con que el vestido fuese pomposo y elegante. Y es que mi pobre madre
aún tenía presente el trauma de su vestido de comunión. Ella tuvo que hacerla
vestida de monja y se paso mis primeros siete años contándome la humillante
anécdota. De modo que, cuando me toco decidir si hacía o no la comunión, llevaba
escrito a fuego en mi cabeza un sí enorme y blanco, con volantes y tul. Si, es
verdad, yo elegí hacer la comunión porque en mis tiempos esas cosas si se
elegían, aunque mi abuela tenía una hucha abierta desde que nací para comprarme
el dichoso traje, nadie influyó en mi decisión.
Como si de una ceremonia de los Oscar se tratara, vestida de gala para la ocasión, un
fotógrafo me recibió en el improvisado photocall que se montó en el cine, con
columna de mármol, fondo rosado y joyas prestadas para ponerme en la foto
(si, un rosario). Después mi manager catequista nos calmo para que (como en los Oscar) saliéramos a escena sin nervios, nos recomendó no mirar al
público y ser respetuoso con los gestos: “Por favor chicos, es muy importante
que estéis concentrados en la liturgia y escuchéis a Pablo, el cura, no saludéis
a los papas que ya tendréis tiempo después”. Igualito que en los Oscar,
atravesamos la alfombra roja sin tropiezos y con muchos nervios, subimos al
escenario y nos colocamos de la forma más natural posible. Y… naturalmente en
cuanto encontré mi sitio, localicé a mi madre y la salude una vez, y otra, y
otra más y otra, como los premiados de los Oscar, hasta que mi madre roja
de vergüenza me echo una mirada fulminadora y, dibujando en el aire un
movimiento de cabeza y mano a la vez, me indicó que volviera a sentarme
correctamente.
Terminado el acto los
amigos y familiares esperaban para felicitarme por mi estreno. A partir de ese
día podría tomar la comunión siempre que quisiera. Parecía un paso importante en
mi vida pero lo cierto es que no he vuelto a comulgar. Quizá mi actuación de
aquel año estuvo sobrevalorada y yo no había merecido acudir a la gala. En todo
caso mi primera vez y también única fue de cine y siempre la recordaré.
Ahora bien, si tu
hijo/a también se va a estrenar en esto de la comunión y quieres que sea un día
especial, original y que transmita a tu vástago un mensaje mucho más positivo
nosotros te podemos ayudar. Te escribimos un mensaje emotivo para que siempre lo
recuerde, te hacemos las invitaciones handmade y personalizadas y todo el diseño
gráfico que puedas necesitar. Consúltanos y haz que tu niño/a tenga una primera
vez especial y que vuelva a repetir, si quiere, claro.
Aquí os dejamos unas invitaciones, recordatorio, regalito para las comuniones. Si os gustan y queréis que os personalicemos un mensaje para incluir en estas invitaciones y también que personalicemos vuestro títere de dedo, podéis poneros en contacto con nosotros en el mail: regalanteria@gmail.com.
Nos leemos, amigos.
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Invitación recordatorio o detallito con títere de dedo personalizado. Podemos incluir un bocadillo en el títere con un mensaje personalizado para la ocasión o con un verso. |
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